Es bien sabido que los carnavales y la alegría de vivir se llevan bien. Disfrazarse, estar toda la tarde enfrente del espejo para dar finalmente con la tecla tiene ese toque especial que posteriormente se mezclará con el resto de atuendos singulares y originales en cada rincón de la ciudad. Porque ayer Bilbao fue un territorio en donde no tenía cabida la tristeza y los malos ánimos. Las ganas de fiesta abarrotaban los bares de la Alameda de Mazarredo, las atracciones hacían las delicias de los más pequeños en El Arenal y la Plaza Nueva era el lugar ideal para disfrutar de los pintxos que daban de comer a los que la abarrotaban desde primeras horas de la mañana.
Quién sabe si a la hora de programar la nueva de gira de Green Valley fue casualidad encuadrar el 26 de febrero en el Botxo. El binomio entre Green Valley y la fiesta es como el que forman el huevo frito con las patatas. Una pareja perfecta. Y claro, si hacemos el pequeño esfuerzo de despejar la x, el resultado de la ecuación nos dirá que la noche de ayer en el más que mítico Kafe Antzokia fue digna de recordar. Por muchas razones, pero probablemente sea la recuperación de las ganas de vivir y abrazarte al que tengas al lado la que tenga un mayor peso.
La banda de Barcelona, que dio sus primeros pasos en Vitoria, lanzó el pasado día 11 lo que es su sexto álbum de estudio: ‘La llave maestra’. Casi nada. Si bien es cierto que la formación liderada por Ander Valverde no necesita un nuevo trabajo discográfico para lanzarse a los escenarios y contagiar todo ese buen rollo a su público, lo cierto es que es más que bienvenida la llegada de nueva música y nuevos ritmos. Un nuevo trabajo que, tal y como afirman en sus redes sociales, “es un disco muy especial en el que nos hemos exprimido al máximo”. La constancia va de la mano del éxito.
Después de que Killah Man pusiera la primera piedra para la certificación del jolgorio colectivo, los integrantes de la banda pusieron un pie en las tablas de ya un lleno Antzoki para tocar una intro que precedió a esa Historia con final feliz que todos sabemos. “¿Con ganas de fiesta?”. Cada canción más coreada que la anterior. Y cada tema interpretado, más bailes. No podemos negar que las letras tan positivas del grupo ayudan a ello. Buscan, no solo dejar bien claro que la vida está llena de buenos momentos, sino también que la gente las cante a toda voz en los directos. “La vida va, la vida viene…”. Coros que pueden parecer sencillos de crear, pero que aseguran la participación enérgica del respetable.
Dónde irán fue sinónimo de ese alegato a favor de “todos los que vienen aquí jugándose la vida” y Nunca pararé sirvió para que el bueno de Ander subiese por las escaleras del Antzoki micrófono en mano. “Si yo digo Green, tú dices Valley…”. Y aquí llegamos al punto álgido de la velada, el que estábamos esperando desde hace casi tres años. Sí, hubo pogo. Y, sí, las cervezas saltaban por los aires. Resultó ser un regreso al delirio más auténtico. Si no te tengo nos recordó que no hay nada más bonito que ver la vida pasar junto a esa persona especial. Y Estamos ready evocó al espíritu de la juerga después de que los instrumentos dejaran de sonar.

Lo que ocurrió en las calles del Botxo tras la sesión de reggae que Green Valley ofreció en uno de los espacios más históricos de la ciudad resultó ser memorable. Los disfraces se mezclaban con las sonrisas. Y una buena culpa de que fuera así recayó en lo que estos catalanes y vitorianos hicieron en la noche de ayer. Si hay positivismo y ganas de vivir, poco importa todo lo demás. La alegría de la vida está volviendo. Y nosotros con ella. “Esta noche hay una fiesta…”. Y tanto que la hubo.